–¿Que le pasa hoy señora? __dijo el galeno, armándose de paciencia, pues ya la conocía. _Siento una molestia estomacal y tengo miedo que sea cáncer. El médico la revisó concienzudamente y solo encontró la consecuencia de un malestar pasajero. –No tiene nada importante,señora. Solo una mala digestión. _Sin embargo yo pienso que tengo algo. El doctor le aseguró que no tenía ninguna enfermedad de consideración y la dama salió, pero no muy convencida. A los dos días volvió y le relató al médico que sentía un dolor en el pecho y que estaba segura que podría venirle un infarto en cualquier momento. El doctor la revisó, sabiendo que era una pérdida de tiempo derivarla al cardiólogo y por supuesto, tampoco encontró nada raro. Ella le discutió que si le pasaba algo lo acusaría de mala praxis. Regresaba cada dos o tres días, con distintas supuestas enfermedades, hasta que al médico, cansado de discutir y perder el tiempo con ella, se le ocurrió algo… En la siguiente visita le dijo muy despacio y en forma confidencial: __Señora: Yo lamento mucho su interminable sufrimiento y el que tenga tantas enfermedades. Por lo tanto le voy a recomendar algo que la va a asombrar. Creo que para no sufrir tanto le conviene poner fin a su vida con estas pastillas (sacó un frasco sin ninguna etiqueta del armario, y lo puso arriba de la mesa). No le va a doler casi nada nada. Va a morir a los pocos minutos y no quedarán rastros del veneno. Por supuesto yo voy a negar todo, y nunca se las receté. La señora salió con los ojos muy abiertos del consultorio, temblando ligeramente. No se esperaba eso. Nunca volvió a ver a ese doctor y las pastillas de azúcar pura continuaron guardadas para siempre en su botiquín. ————————————————————————– LUIS RODRÍGUEZ
El médico
–¿Que le pasa hoy señora? __dijo el galeno, armándose de paciencia, pues ya la conocía. _Siento una molestia estomacal y tengo miedo que sea cáncer. El médico la revisó concienzudamente y solo encontró la consecuencia de un malestar pasajero. –No tiene nada importante,señora. Solo una mala digestión. _Sin embargo yo pienso que tengo algo. El doctor le aseguró que no tenía ninguna enfermedad de consideración y la dama salió, pero no muy convencida. A los dos días volvió y le relató al médico que sentía un dolor en el pecho y que estaba segura que podría venirle un infarto en cualquier momento. El doctor la revisó, sabiendo que era una pérdida de tiempo derivarla al cardiólogo y por supuesto, tampoco encontró nada raro. Ella le discutió que si le pasaba algo lo acusaría de mala praxis. Regresaba cada dos o tres días, con distintas supuestas enfermedades, hasta que al médico, cansado de discutir y perder el tiempo con ella, se le ocurrió algo… En la siguiente visita le dijo muy despacio y en forma confidencial: __Señora: Yo lamento mucho su interminable sufrimiento y el que tenga tantas enfermedades. Por lo tanto le voy a recomendar algo que la va a asombrar. Creo que para no sufrir tanto le conviene poner fin a su vida con estas pastillas (sacó un frasco sin ninguna etiqueta del armario, y lo puso arriba de la mesa). No le va a doler casi nada nada. Va a morir a los pocos minutos y no quedarán rastros del veneno. Por supuesto yo voy a negar todo, y nunca se las receté. La señora salió con los ojos muy abiertos del consultorio, temblando ligeramente. No se esperaba eso. Nunca volvió a ver a ese doctor y las pastillas de azúcar pura continuaron guardadas para siempre en su botiquín. ————————————————————————– LUIS RODRÍGUEZ
Joer, ni el doctor House!!!!!
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