
Basta ver, si no, jugar a cualquier niño.
Inmerso en un mundo de fantasía, construye y destruye universos, a veces imposibles, que desafían las leyes físicas.
Ya adolescente, mixtura aquella imaginación desbordante con un nuevo ingrediente, la esperanza.
Y ésta ya no lo abandonará jamás.
Por más golpes que le dé la vida siempre habrá espacio, aunque se declare públicamente pesimista, para un «de repente más adelante».
Pero la felicidad siempre fue o será, nunca es.
¿Se trata de un espejismo? Bienvenido sea, ya que es el combustible que nos impulsa hacia el futuro.
Abortados los sueños, se desangran en la realidad, y el conformismo los devora con cubiertos de ansiedad.
LUIS RODRÍGUEZ
SOñando y sin soñar buscamos la felicidad, hasta que nos damos cuenta que el hecho de vivir hace que haya momentos sublimes y momentos para olvidar. Un cordial saludo y ¡cuídese!
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El problema es que no nos damos cuenta cuando estamos bien, y después añoramos…¡aquellos tiempos!
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